4. LOS EMPRENDEDORES SON AUSTEROS:
Los emprendedores no derrochan, porque saben que antes o después vendrán malas rachas y habrá que apretarse el cinturón. Nada es para siempre, ni en la vida y mucho menos en el área laboral. El emprendedor haría bien en tener en su cabeza un proverbio asiático que dice así: “Cuanto más sudas en tiempos de paz, menos sangras en tiempos de guerra”. Nunca hay que perder los pies del suelo ni confiarse en que las cosas “no me pasan a mi”.
5. SE ORIENTAN AL RESULTADO:
Aquellos que se han aventurado a poner una empresa saben bien que el examen final pasa por la ecuación “ingresos menos gastos”. O como coloquialmente se dice: “lo que no son cuentas son cuentos”. Un negocio que no da dinero no es un negocio. Tiene que cubrir los costes y dejar la rentabilidad con la que uno se sienta a gusto. De otra manera, lo más recomendable, es mejor buscar alternativas.
6. NO SE CONFORMAN:
Siempre están dándole vueltas en la cabeza a cómo mejorar su negocio, sus productos, sus canales de comercialización… Frecuentemente, la calidad supone una barrera de entrada importante para los competidores. La autocomplacencia y el aburguesamiento son peligrosísimos en cualquier negocio. “Quien siempre vende lo mismo y de la misma manera acaba por dejar de hacerlo”. Los trabajadores no se conforman, van más allá en sus expectativas.
7. SABEN FILTRAR PRESIÓN:
Por cuenta propia, no es igual que trabajar para alguien. En el primer caso, todo (trabajar por casi todo) el peso del negocio recae sobre uno y eso se nota. Uno vive para su negocio, y conviene evaluar, antes de lanzarse, si es conveniente o no. En esta vida, cada decisión tiene un precio, y uno debe ponderar si vale la pena.
Cuando uno trabaja para terceros, siempre hay gente por encima que tiene mayor responsabilidad. Eso no suele ocurrir cuando uno emprende en su propio negocio.
C.P. Magnolia C. Estrada Ramirez
Consultor Fiscal
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Tel. 56873617
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